Es normal, desde nuestra infancia, observar y escuchar a personas hablar sobre el mundo de los adultos, uno que nos encontrará en algún punto de nuestras vidas, uno donde al entrar, nos dirán o sentiremos que ya somos parte de el, pero ¿qué involucra tal cosa? ¿en qué momento me convierto en uno? ¿podré realmente ser aquel que imagino poder ser?
Hasta el día de hoy, siento que es un proceso inevitable, que es parte de la vida afrontar aquellos momentos que son “de adultos”, en su sentido más amplio y diverso como las respuestas y opiniones que puedan suscitar al respecto.
Muchas veces se siente pesado, incierto y por sobre todo, aterrador, especialmente en aquellas noches donde nuestras más profundas emociones nos inundan con preguntas que no siempre pueden ser respondidas.
«dreams, books, power and walls» (꿈과 책과 힘과 벽) de JANNABI, retrata estas sensaciones e interrogantes de una manera muy cruda, bonita, real y reflexiva.
Lanzada en el año 2019, como el décimo noveno track del album «LEGEND» (전설), se ha convertido en la canción con la letra favorita de Choi Jung Hoon (최정훈), vocalista, músico y líder de Jannabi.
Es imposible no ser cautivado por la interpretación e instrumental que posee, con sonidos que nos hacen levitar y sentir, mediante sus frecuencias, la pesadez que provoca la alineación de la adultez.
Volvemos a lo que nuestros ojos de niños vieron, adultos de forma irreversible, que encuentran la fortaleza autoconvencida de seguir adelante, una consciencia que cree estar más despierta sobre la realidad y posiciones donde sólo toca avanzar, aún en los días más fríos.
Los últimos versos de esta canción dicen:
Después de dormir, todo estará bien
Porque cada día seré más adulto
Recuerda esa mirada indiferente
Los ojos de aquellos que vimos de niños
Poco a poco nos parecemos a ellos
Para finalmente, dejarnos en el punto catártico de esta canción, con una sección coral que nos permite sentir y a la vez soltar, toda sensibilidad percibida a lo largo de esta pieza, mientras se acerca su final, que se desvanece tan lento como nuestro niño interior…